Ya sabemos cuán polémica es la diferencia entre los llamados nativos y los inmigrantes digitales. Los primeros no saben, ni les importa que los son, y los segundos, cuando son apasionados de la tecnología, muchas veces se rebelan a ser calificados de tales. En connectivism leo el post Digital natives and immigrants: A concept beyond its best before date que de entrada me impresiona porque se pregunta si no estamos ante una clasificación ofensiva.Refiriéndose siempre al texto de Marc Prensky, que es el que inicia la clasificación, como bien dice Carlos Neri artificial, entre dos bloques de actores que invariablemente coexisten en el espacio docente (esa clasificación ya tampoco me gusta).
George Siemmens se rebela, en primer lugar, al hecho de que se trate de una clasificación centrada en el tiempo, es decir, en la edad de nativos e inmigrantes y comienza planteando que uno de los grandes retos (que es el de todo construccionismo) es el de adaptarse a las necesidades de los nuevo aprendices y de transformarlos para hacerles más fácil su funcionamiento en un mundo complejo e interactivo. En lugar de concentrarnos en la edad, dice, deberíamos hacerlo en la actitud de los docentes con respecto a los estudiantes y las nuevas maneras de interrelacionarse y de aprender.
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cuanto más postmodernos nos pongamos, más podemos resituar los términos si queremos, en un nuevo paleolítico o postneolítico donde nativo se acerque a inmigrante si ambos recolectan información y cultivan sus redes independientemente de reconocerse o no en territorios concretos. No es fuera del tiempo sino otro tiempo.