Al menos eso es lo que parece decir esta noticia en Revista Ñ acerca de una exposición supuestamente hecha para marcianos sobre el arte en el planeta tierra.
Siempre el ejercicio de ponernos en el lugar de otros es interesante, lástima que en la adultez nos resulte tan difícil recuperar aquella sensación que de niños viviamos con frecuencia del extrañamiento y la sorpresa al regresar a casa después de vacaciones.
Mirarnos con ojos inocentes, con una mirada despojada aunque, en este caso, apropiada por otros.