Cultura e igualitarismo: categorías para pensar

Raul y AbelUna frase me queda rondando después de haber escrito un post para Papel en blanco sobre el recientemente inaugurado 7 encuentro de Escritores e Intelectuales de Cuba, donde comentaba muy rápidamente la intervención de Miguel Barnet quien en su discurso saca a la luz elementos de una revisión crítica hecha hasta ahora puertas adentro y de la cual podíamos intuir algunas cosas.

Pero vayamos a la frase. Dijo Barnet casi al final de su intervención: «Si algo daña a la cultura es el igualitarismo a ultranza». Es una oración que detona las bases de mucho de lo que nos toca construir en una coyuntura en la que la igualdad aparece como una de las banderas más constantes. La igualdad está en las directrices filosóficas de la Revolución Francesa y que heredaron los movimientos libertarios de América toda. Sin embargo, se ha transformado en una palabra no exactamente hueca sino incómoda. Inútil quitarle poder y sin embargo, es una palabra que sirve con frecuencia para quedar bien en lo discursivo pero que en la realidad es muy difícil de ejercer.

El igualitarismo, sin embargo, aparece como una deformación de la lucha por la igualdad. pero ¿cómo deformar aquello que se supone es nuestra esencia como seres humanos? Es la esencia de la cultura, dirían algunos que de seguro pondrían al individualismo en el otro extremo de la discusión como, de hecho, aparece en el discurso de Barnet. Individualismo ligado a globalización e igualitarismo ligado a ¿socialismo? Demasiado ramplón, por supuesto, ya que no se puede simplificar el análisis a estos niveles, pero sería interesante hacer el seguimento de hasta qué punto esta reflexión se está dando a nivel de lo que se ha dado en llamar el Socialismo del Siglo XXI (que nadie sabe aún muy bien qué es, pero para cuya construcción el destino de Cuba es un elemento primordial).

De cualquier manera y como a buen entendedor pocas palabras, dejo la oración completa dicha por Miguel Barnet en su discurso. La dijo casi al cerrar cuando habló de los pasos que se deben lograr en la reformulación de las políticas culturales y, especialmente de la UNEAC:

Revisar el proceso de crecimiento de la Institución, preservando su carácter selectivo y aplicar una justa política de jerarquización de nuestros valores artísticos y literarios cuando sea necesario. Si algo daña a la cultura es el igualitarismo a ultranza.

Acerca de Juliana Boersner

Psicóloga Social, Máster en Estudios Literarios y en Bibliotecología y Ciencias de la Información. Docente universitaria, editora, librera. Fanática de las tecnologías de información y su impacto sobre los seres humanos, sus relaciones, su identidad. Humanista digital y analista del tema editorial con especial foco en futuro del libro y la edición.
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Una respuesta a Cultura e igualitarismo: categorías para pensar

  1. Gustavo dijo:

    Es una demostración de sagacidad haber reparado en esta frase y también colocarla en este contexto de reflexiones sobre «cibercultura», espacio este último al cual muchas veces, manipuladoramente, se nos intenta presentar como igualitario o ultra-democrático. En realidad, igualdad no es lo mismo que igualitarismo. El igualitarismo (y más si es a ultranza) es una deformación de la base de igualdad consustancial al concepto de socialismo del S. XXI como de cualquier siglo. Porque el pensamiento dialéctico nos alerta que de la misma manera (en el mismo plano) en que todos somos iguales todos somos desiguales y lo que el igualitarismo esconde es justamente esto. El socialismo no puede volver atrás el proceso histórico de individualización, pero debe ser la construcción de la síntesis de ese proceso con el de la construcción histórica de las comunidades (cuya realización es la comunidad internacional, no como negación sino como superación de las nacionalidades). Lo que el capitalismo hace es, justamente, negar la centralidad de lo colectivo en la construcción de la individualidad y, a escala planetaria, pretender negar determinadas nacionalidades (determinadas identidades) en nombre de la globalización, etc. Colectivo e individuo son inescindibles, y la relación que entre sí sostienen debe ser analizada concretamente caso por caso (en el análisis de la sociedad cubana, en el de la iraní, en el de la española, la argentina, etc.). No en aras del relativismo cultural estéril sino en el marco del análisis de las fuerzas sociales actuantes y de los intereses (explícitos e implícitos) puestos en juego. (Y aun en el marco de ese proceso de la necesidad de construcción de una comunidad internacional superadora.)
    Te doy otro ejemplo. Yo no soy un conocedor del sistema educativo, más particularmente universitario, cubano; sin embargo, cualquiera puede aceptar en principio que las cifras y los logros cualitativos que puede mostrar son importantes, reconocidos y, para muchos de nuestros países latinoamericanos (sino todos) ejemplares. Ahora, seguramente, allí no impera el igualitarismo. No es seguramente, ni puede serlo, la sociedad cubana una que le de exactamente (igualitariamente) las mismas oportunidades a todos sus miembros, pero seguro eso no detiene a su servicio educativo a la hora de evaluar discriminativamente, a quién se le habilita el usufructo de los distintos servicios de aprendizaje (obviamente que construyendo una pirámide donde la base es la total alfabetización y escolarización primaria y la cúspide las especializaciones y doctorados universitarios). Ahora, los presupuestos sociales, económicos e históricos que pueden sustentar nuestra comprensión de esa realidad, ¿son los mismos que podríamos aplicar a la sociedad argentina, por ejemplo? Se puede justificar en nuestra realidad social, económica, educacional e histórica (y aun cuando los sectores populares más humildes tienen vedado de cualquier modo y en los hechos el acceso) el establecimiento de filtros para acceder a la educación superior. ¿sería justo? ¿respondería a criterios de igualdad? Mantener el ingreso irrestricto a la universidad pública en Argentina, ¿es igualitarismo?
    Respecto a la particularidad de lo que plantea Barnet, te cuento una anécdota: hace unos cuantos años, con un por entonces amigo, conseguimos un «sponsor» publicitario y compramos un espacio en una FM barrial, con cierta llegada en toda la ciudad de Buenos Aires, y acostumbrábamos a hacer un chiste: «si a Ud. este programa le parece espantoso, y un abuso el que salga al aire; si le parece que este espacio debería ser ocupado por gente capacitada, con talento, con algo para decir y aportar, bueno… échele la culpa al capitalismo, porque nosotros no estamos aquí por nuestro talento, por nuestra capacidad ni porque tengamos nada para decir, estamos aquí simplemente por que tenemos el dinero para pagar el espacio». Ese, pues, es el problema que se le plantea a la UNEAC y a los cubanos en general. Si no tienen los recursos (y nadie los tiene, en ningún lugar del mundo) para permitirles a todos ser productores culturales y si además posiblemente fuera un abuso y un despilfarro (y el amazonas colapsaría, las ondas hertzianas se saturarían, la internet quedaría saturada y trabada) entonces no queda otra que «aplicar una justa política de jerarquización de nuestros valores artísticos y literarios cuando sea necesario». Y las preguntas, legítimas, pero que no pueden ser contestadas con superficialidad y menos con estupidez o mala leche, son, entonces, ¿quién lo decide? ¿cómo se decide quién decide? ¿con que criterios? ¿para qué intereses? ¿para qué proyectos?
    Bueno, yo soy de la idea que no pueden decidirlo ni los mercados ni el dinero, ni el narcisismo-egoísmo-individualismo, ni tampoco el igualitarismo. (a mí me gustaba mucho aquel programa de radio, pero cuántos hay que merecen –aquí otra palabra para reflexionar: mérito– más que yo tener uno).
    Creo que algunas de estas reflexiones deben ser hechas sobre internet en general, y por qué no sobre la internet en Cuba (tema de tanta preocupación para tantos empresarios en nuestros países).
    Pero ya es mucho, saludos y gracias por la oportunidad

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