Desde hace algunos días quiero escribir algo pero no sé cómo comenzarlo. Se trata de escudriñar un poco en torno a las distintas maneras en las que se reciben y procesan los mensajes en los diferentes entornos de la web. Tiendo a pensar que cada espacio genera sus propias reglas de construcción del lenguaje, sus propias reglas de recepción de los mensajes, su propia lógica del discurso. Los ejemplos que manejo con autoridad, porque son los que utilizo, son twitter y Facebook y justamente en ese orden: twitter en primer lugar y facebook en el segundo. Del primero pasé a explorar un poco más en el segundo luego de integrar la herramienta de microblogging a Facebook para que actualizara mi estado cada vez que escribiera un tweet.
Las reacciones han sido más que interesantes. Quienes están en twitter no se sorprenden del tono y contenidos de algunos mensajes, es más, se extrañan si durante algún tiempo alguien no dice algo sobre si mismo, si no aparece el mensaje de «qué fastidio esto o aquello», «voy a tomarme un café» o «está lloviendo», «voy saliendo de aquí para allá». En Facebook, al principio cuando sincronicé ambos servicios, el grupo de amigos tendía a no comprender y a pensar que yo habia decidido vivir casi literalmente en Facebook y que me habia dado por andar contando mi vida (y la de mi familia) a todo el mundo. Mensajes preocupados, medio escandalizados hicieron que incluso pensara en romper la sincronía y lo sometí a votación. ¡No! gritaron unos cuantos y agregaron «es que entonces no nos vamos a poder divertir con todo lo que haces» (o algo por el estilo), asi que decidí dejarlo asi a pesar de que mi hijo, por ejemplo, se queja de vez en cuando.
¿Pero a dónde va todo esto?, podrán preguntarse legítimamente. Va hacia el reconocimiento de que las reacciones de los demás ante un mensaje que es igual en twitter que en Facebook es claramente distinta en uno y otro espacio.No sé si es porque se trata de contextos de enunciación distintos pero los que «habitan» principalmente en twitter se «escandalizan» menos o reaccionan menos dramáticamente que los que «viven» en facebook.
Mientras escribo esto leo un post de Javier Leiva-Aguilera titulado Lifestreaming: una manera de no perderse dentro de uno mismo y siento que me gusta aun más el titulo que el texto (que me gusta) ya que me hace pensar en el juego de imágenes, espejos y disfraces que se potencian en la comunicación a través de la plantalla. Este es un mundo de ilusiones, y el otro siempre nos va a construir de acuerdo a una preimagen que tiene de nosotros y de si mismo. Eso ocurre con las personas que nos conocen «en carne y hueso», pero sobre todo con las que no nos conocen y solo saben de nosotros a través de las palabras y por las sensaciones que esas palabras le producen.
Es un mundo de seducción y también un mundo que nos invita a jugar y a mostrarnos en diferentes facetas a veces incluso con la ilusión de que nadie nos va a ver o leer o que simplemente no va a entender. La sorpresa es que a veces la fibra que tocamos es la más inuscitada y los demás aparecen mostrando sus propias historias como si fuéramos nosotros quienes las estuviéramos protagonizando. Somos tambien a veces, en ese sentido, actores de la obra de los demás que se decepcionan cuando ¡oh, sorpresa! nos descubren distintos. Y también, con frecuencia, somos actores de nosotros mismos que terminamos inmersos en nuestras propias trampas que nos conducen también a tener que ver aspectos de nosotros que hemos evitado. Por fortuna, el ciclo sigue y alli está el lifestreaming para mostrarnos en constante evolución.
Es muy cierto ese fenómeno de que el mismo mensaje en un lugar u otro genera distintas reacciones.
Yo creo que es porque son entornos distintos pero sobre todo porque sus integrantes (o su perfil, aunque no sé si me gusta usar aquí este término) también son distintos. En Twitter (hablo de mi experiencia) interactúo con gente que vive muy online (trabajo+ocio) mientras que en Facebook están estos pero también otros de vida más offline (internet de solo ocio) y que no tienen integrado el levantarse y acostarse en internet.
Para este último grupo es mucho más chocante ese «voy a tomar un café» o el «no me gusta que a los toros te pongas la minifalda» dicho en público y para cualquiera. Debe ser algo de estructura mental que a los siempreonline se nos ha modificado y al resto todavía no 🙂
En fin, tu no sabías cómo empezar y yo no sé cómo he acabado… gracias por la referencia a mi texto.
Inclusive se puede ver la evolución que los usuarios tienen dentro de twitter, desde contar cosas simples hasta involucrarse a comentar hechos de actualidad, pasando por verdaderos chats públicos hasta llegar a un estado más homogéneo.
Releo los mensajes que han dejado y me quedo pensando más bien en la multiplicidad de registros de comunicación que se dan en uno u otro espacio. facebook brinda una ilusión de privacidad que permite o facilita que las personas conversen un poco más intima y detenidamente que como se hace en twitter, donde sabes que te están viendo (no sabes quién, pero te están escuchando lo que dices).
Lo que dice Paul es interesante de observar porque la escritura en twitter tiene gradientes y es interesante observar como evolucionan las personas en el uso de la herramienta desde una inicial torpeza hasta una posterior desfachatez y espontaneidad.
Estoy de acuerdo con Javier, creo que son herramientas similares, pero con publico distinto. Yo, por ejemplo, todavia no le encuentro la gracia al twitter pero tengo mi facebook actualizado.
Saludos!
un abrazo de Feliz Navidad para ti y los tuyos, pàsalo en familia y disculpa que no te visite con frecuencia!.
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